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viernes, 31 de enero de 2014

ADQUISICIÓN Y DESARROLLO DEL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN


ADQUISICIÓN Y DESARROLLO 
DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE, 
SU RELACIÓN CON EL PENSAMIENTO, SOCIAL Y AFECTIVO.

Desarrollo de la comunicación y del lenguaje / desarrollo cognitivo.

       Las relaciones entre el lenguaje y el pensamiento constituye uno de los ejes centrales de debate y de investigación entre los distintos especialistas de estos campos de estudio, y de forma especial entre los psico - lingüistas, los psicólogos, los neuro - fisiólogos, los lingüistas y los filósofos.

       Las característica principal de los distintos modelos explicativos es la heterogeneidad de los mismos: mientras que para unos modelos, destacan la primacía de lo lingüístico sobre lo cognitivo, para otros, es todo lo contrario; y, como no podía ser menos, para otros modelos lo importante es la relación entre ambos. Veamos las principales aportaciones de cada uno de estos 3 modelos.

1) Modelos que priman lo lingüístico sobre lo cognitivo.- Para estos modelos la adquisición del lenguaje depende, básicamente, de factores estrictamente lingüísticos. Por lo tanto, el desarrollo cognitivo anterior a la adquisición del lenguaje es escasamente determinante en la selección de las estructuras que marcan las diferentes y sucesivas etapas del desarrollo del lenguaje. Desde esta perspectiva teórica, o bien se reconoce un desarrollo cognitivo diferente del desarrollo lingüístico desde el momento en que el sujeto adquiere el lenguaje. Según los principales representantes de esta perspectiva teórica (Wharf, 1955; Saussure, 1961; Chomsky, 1969; Mc Neill, 1970), el lenguaje es el primer dato que orienta toda la organización de nuestra percepción del mundo, tanto físico como social. En definitiva, la lengua modela el pensamiento, según esta corriente.

2) Modelos que priman lo cognitivo sobre el lenguaje.- Según esta perspectiva teórica, las funciones cognitivas prevalecen sobre el desarrollo lingüístico, del que únicamente es un aspecto de la función simbólica (aunque, eso, sí, el más importante). El lenguaje, por sí mismo, no produce el progreso cognitivo. Todo lo contrario: únicamente es utilizable en su plenitud cuando el sujeto ha desarrollado suficientemente sus capacidades cognitivas.

       Incluso en las etapas finales del desarrollo cognitivo, tal como señala uno de los autores más representativos de este enfoque teórico, Piaget, es una condición necesaria, pero no suficiente. Este mismo autor siempre sostuvo la tesis de la primacía de lo cognitivo y de la subordinación del lenguaje al pensamiento. El niñ@ realiza imitaciones diferidas antes de la propia adquisición del lenguaje, demostrando la emergencia de la función simbólica. Ésta, es un producto de la evolución psicológica del niñ@, y es la que permite la adquisición del lenguaje, que no es sino un producto social, y que constituye la ejecución más elevada de la función simbólica. El lenguaje, una vez adquirido, según Piaget, va a servir para el desarrollo cognitivo. Así, por ejemplo, en el estadio de las operaciones formales, el instrumento lingüístico es necesario para la lógica de las proposiciones, pero no lo engendra.

3) Modelo que considera la interacción entre lo cognitivo y lo lingüístico.- Según este enfoque teórico, desde que se adquiere el lenguaje, el desarrollo cognitivo y lingüístico están estrechamente unidos, por lo que es absurdo plantear la especificidad de uno u otro, tal como sostienen autores como Vygotsky o Bruner.

       La evolución del lenguaje sigue un claro paralelismo con la evolución de lo cognitivo, siendo uno de los argumentos más sólidos para este enfoque teórico.
  
       Según Vygotsky, el lenguaje surge primero como medio de comunicación entre el niñ@ y los demás, para después convertirse en el lenguaje interior que permite el desarrollo cognitivo a través de la transformación de las distintas funciones mentales (Ley de la doble formación de los procesos psicológicos superiores). Por su parte, Bruner concibe el lenguaje como un agente del desarrollo cognitivo, como el amplificador más potente de las capacidades humanas; además de constituir el agente fundamental en la transmisión cultural de dichas capacidades. Según este autor, una vez que el niñ@ ha alcanzado un determinado desarrollo cognitivo, el pensamiento se acomoda al lenguaje, posibilitando que lleguemos a niveles más elevados de pensamiento.

Desarrollo de la comunicación y del lenguaje / desarrollo social y afectivo.

       A través de las sucesivas etapas del desarrollo del lenguaje, un factor fundamental va a ser el rol del adulto (generalmente la madre y/o el padre) que establece un tipo especial de relación con el niñ@ desde su nacimiento. Esta relación especial, denominada "apego" hace referencia al lazo afectivo que una persona establece entre ella misma y el otro, impulsándoles a estar juntos en el espacio y en el tiempo.

       Esta tendencia a permanecer juntos, tal como destaca Pardal (1995), les permite comunicarse y establecer un contacto físico frecuente. Esta figura desarrolla respecto al bebé unos comportamiento específicos que favorecen su desarrollo cognitivo y del lenguaje. Tanto durante la etapa pre - lingüística como durante la etapa lingüística la figura del apego desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje. El apego supone también la construcción de un modelo mental de la relación con las figuras de apego.



       Según Ajuria Guerra (1977), la importancia de la afectividad deriva del hecho de ser considerada como el punto de inicio del desarrollo del lenguaje infantil. Además, su carencia provoca que el niñ@ no aprenda a hablar y que detenga su desarrollo normal. La imitación, conducta que el niñ@ establece, inicialmente, en su interacción con la figura de apego, juega un papel preponderante en el desarrollo del lenguaje. Junto con la imitación, el procedimiento de aprendizaje más utilizado por el niñ@ es el Aprendizaje ensayo - error. En esta fase, el refuerzo social de la figura de apego va a ser determinante; además de servir de modelo de manera constante. Este esfuerzo social, afectivo, continuado, es una estrategia educativa universalmente utilizada por las figuras de apego. Para la adquisición y el desarrollo del lenguaje, además de los factores individuales (desarrollo neurológico, motor, sensorial, cognitivo, entre otros.); también es necesaria la comunicación, la interacción con el medio, con el entorno social. En este sentido, parece ampliamente demostrado que determinados ambientes familiares ofrecen mayores oportunidades que otros para el aprendizaje del lenguaje. Así, Bernstein (1971, 1973) distingue entre "lenguaje restringido" (propio de ambientes familiares o sociales, con escasa interacción y escasos recursos culturales) y "lenguaje elaborado" (exclusivo de las clases sociales más favorecidas).

"Si tu tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo otra idea y las intercambiamos, entonces tendremos dos ideas"
George Bernard Shaw 

Adquisición y desarrollo de la Comunicación y del Lenguaje.

       A nivel filogenético, la gran diferencia entre el ser humano y el resto de especies animales, está en la capacidad para utilizar símbolos: el ser humano es el único capaz de producir y utilizar símbolos. Y esa capacidad no está relacionada exclusivamente con el desarrollo neurológico, es mucho más complejo en el ser humano, sino también en la interacción social, que ha dado lugar a que el ser humano pueda elaborar un entorno cultural, que se convertirá en su medio habitual.

       Cualquier cultura depende del sistema de símbolos establecido para mantener la comunicación entre los individuos que forman parte de la misma; constituyendo la base para la transmisión de antiguos y nuevos conocimientos adquiridos. En definitiva, sin el símbolo no habría cultura.

       La relación principal entre la capacidad humana para la simbolización y el desarrollo del lenguaje, dentro del proceso de hominización (Proceso evolutivo de una determinada especie hasta llegar al ser humano), se deriva del hecho de que el lenguaje articulado es la forma más importante de expresión simbólica, si bien no es la única que utiliza el ser humano, tal como señala Gallardo y Gallego (1995).

       A través del lenguaje articulado el ser humano ha podido acumular y transmitir los conocimiento adquiridos, pasando de una generación a otra.

       Es más bien desde la perspectiva ontogenética donde se aborda la adquisición y desarrollo de la comunicación y el lenguaje en cada ser humano. Tal como ocurre con el estudio del lenguaje en cualquiera de sus distintos aspectos, también cada marco teórico que se siga va a ofrecer un modelo explicativo distinto. No obstante, se admiten a nivel general una serie de datos explicativos, como por ejemplo que al nacer el ser humano dispone de una base neurológica capaz de permitir la fonación, así como el poder usar le léxico y las reglas semánticas. Asimismo, se admite, por parte de la mayoría de especialistas, tal como lo señalan Gallardo y Gallego (1995), que la adquisición y el desarrollo del lenguaje implica las siguientes tesis: 

       Aprender a combinar fonemas, palabras y oraciones en secuencias comprensibles para los demás.

     Conocer y compartir los significados elaborados socioculturalmente por una determinada comunidad lingüística.

       Acceder al uso de las reglas gramaticales que estructuran convencionalmente las relaciones entre forma y función en el lenguaje.

Asimismo, tal como destacan Serón y Aguilar (1992), al analizar el desarrollo del lenguaje es fundamental tener en cuenta tres aspectos básicos que son:

        1. Los aspectos formales: Se refiere a la utilización correcta de los signos y su correcta estructuración  en unidades superiores.
         2. Los aspectos semánticos: Son aquellos procesos a través de los cuales las palabras van adquiriendo significado.
           3. Los aspectos funcionales: Se refiere al uso del lenguaje con el propósito de conseguir adaptarse e interactuar progresivamente en su medio.

       También podemos diferenciar, siguiendo a la mayoría de los autores, dos grandes etapas en la adquisición y desarrollo de la Comunicación y del Lenguaje: la etapa de la comunicación pre-lingüística y la etapa lingüística. Veamos detenidamente cada una de ellas:

a) Etapa de la comunicación pre-lingüística.

       El bebé desde los primeros momentos de su vida va progresivamente madurando las diferentes vías sensoriales. Además, debemos tener en cuenta que desde que nace, el niñ@ es un ser activo que busca constantemente estímulos y organiza progresivamente la información que va adquiriendo. A partir del establecimiento de los primeros vínculos afectivos, basados en la satisfacción de sus necesidades primarias, el bebé se enfrenta a una serie de rutinas comunicativas cargadas de intencionalidad y significado, capaces de ir modulando el propio comportamiento y el de los demás.

       Los adultos, al interactuar con el bebé, tienden a adecuar sus comportamientos a las que observan en él, dando lugar a una interacción comunicativa que se conoce con el nombre de "proto-conversación" (Vila, 1992).

       La realización de rutinas, de contactos afectivos, dan lugar al comienzo de una comunicación basada en gestos, articulaciones, movimientos generalizados, entre otros, en gran parte con un amplio sentido lúdico.

       El niñ@, desde los primeros meses de vida se acostumbra a reaccionar ante determinados patrones visuales o auditivos, emitiendo diferentes respuestas que los adultos van interpretando; constituyendo de esta forma la comunicación no verbal en los primeros meses de vida.

       La posterior maduración biológica del bebé le permitirá incorporarse a nuevas situaciones interactivas, tales como las relacionadas con el sostenimiento mutuo de la mirada. En estos primeros meses de vida las interacciones comunicativas se caracterizan por una importante asimetría entre los participantes, debido a que son los adultos, los que controlan y dirigen estos intercambios, adecuando sus conductas a las del bebé; con el fin de que las conductas infantiles sean algo más que simples respuestas biológicas, para que puedan pasar a ser controladas por el propio niñ@ y, de esta forma, las pueda utilizar como reguladoras de su comportamiento, en relación con los demás.

       El bebé, poco a poco ira aprendiendo formas de comunicación deícticas con objeto de poder expresar sus deseos y que éstos puedan ser interpretados por los adultos de forma adecuada.

       Durante los tres primeros meses de vida, según destacados autores, como es el caso de Vila (1992), encontramos en el bebé una habilidad comparable a la comunicación. El bebé inicia la comunicación con el adulto: el desarrollo del lenguaje está estrechamente ligado al proceso de socialización. En este sentido, debemos recordar que el lenguaje es un instrumento desarrollado por el ser humano con el fin de garantizar los intercambios sociales; es decir, está diseñado para la comunicación.

       A través de la simbiosis afectiva que se establece entre el bebé y sus cuidadores surgen los rudimentos de la conciencia. Esa simbiosis afectiva se va consolidando progresivamente, favorecida por la comunicación inicial del bebé con el adulto a través de gestos, expresiones faciales, sonrisas, etc. De forma progresiva, el niño va respondiendo al habla de los adultos de manera más definida, como lo demuestran acciones como volver la cabeza en la dirección en que oye hablar, la mirada busca a la persona que habla, etc. En este sentido, la contribución al desarrollo de la figura de apego es básica en esta etapa para la comunicación, el desarrollo cognitivo, el desarrollo socio-afectivo, etc.

       Hacia los cuatro meses el bebé comienza a diversificar su interés entre el mundo de los adultos y el mundo de los objetos, lo que produce cambios importantes en la interacción niñ@-adulto, ya que los objetos pasan también a formar parte de las actividades y de la interacción social entre ambos.

       Entre los cuatro y los seis meses, la pareja adulto-bebé empieza a diversificar sus juegos: el centro de interés pasa de estar centrado en los propios cuerpos a dirigirse hacia temas externos. Las interacciones cada vez son más complejas, lo que supone un progresivo dominio de las habilidades comunicativas por parte del niñ@.

       Hacia los seis meses el niñ@ comienza a emitir sonidos vocálicos y consonánticos cada vez más diferenciados, que se enmarcan en emisiones de una sílaba. Repite sílabas con secuencias cada vez más complejas. Es la etapa del balbuceo. Desde esta etapa, la lengua materna ya imprime su influencia en la actividad vocal del niñ@, tal como destacan Gallardo y Gallego (1995). Desde la perspectiva socio-constructivista, la etapa del balbuceo adquiere una función fundamental, ya que el niñ@ se entrena en la articulación del lenguaje con el fin de integrarse socialmente en la familia, para comunicarse con su madre y padre, para adaptarse al medio. Además, el balbuceo representa toda una fuente de estimulación, juego y diversión.

       El dominio de las habilidades comunicativas lo va adquiriendo el niñ@ en el ámbito de las relaciones individuales en situaciones muy variadas. Así, entre los seis y los doce meses aparecen gestos culturalmente determinados, además de gestos idiosincrásicos, relevantes únicamente para la pareja adulto-niñ@. Se produce también una diversificación muy destacada de las expresiones faciales; y la mirada se convierte en uno de los procedimientos más importantes del niñ@ para regular sus intercambios comunicativos, tal como señala Vila (1992).

       El lenguaje del niñ@ es, cada vez más, un reflejo del lenguaje que se habla en su entorno inmediato, accediendo hacia los nueve o diez meses a la etapa de la ecolalia, referida a las emisiones verbales del niñ@ que van dando ya cabida a los sonidos de la lengua que pronto empezará a hablar.

       Entre los 9 y los 18 meses, la mayoría de los niñ@s emiten las primeras palabras, indicando el inicio de la siguiente etapa en el desarrollo del lenguaje.

b) Etapa de la comunicación lingüística

       Podemos delimitar el inicio de esta nueva etapa, siguiendo a Serón y Aguilar (1992), en el momento en que el niñ@ comienza a dar un significado permanente a determinados sonidos y a usarlos para designar determinados conecptos.

       Al principio de esta etapa el niñ@ imita frecuentemente las palabras oídas a los adultos, aunque su riqueza de vocabulario aún es muy restringida. Inicialmente el niñ@ utiliza una palabra para referirse a una serie de objetos y acontecimientos que son libremente asociados en su pensamiento.

       Es importante resaltar que entre el periodo pre-lingüístico y el lingüístico existe una continuidad funcional, de manera que las primeras palabras, en general, se insertan en situaciones interactivas cumpliendo las mismas funciones que los gestos a los que sustituyen (Vila 1992).

       Durante esta etapa la comprensión del lenguaje del niñ@ progresa de manera muy rápida. En realidad, el lenguaje comprensivo va por delante del expresivo, ya que, aunque comprenden una cantidad aceptable de palabras, únicamente expresan las que significan objetos o acontecimientos que ellos pueden manipular. Además, debemos tener en cuenta que los significados que los niñ@s asignan a sus palabras son distintos a las de los adultos; de tal manera que podemos observar tres características en la asignación de significados que realizan los niñ@, según Serón y Aguilar (1992): 

1. La concreción restrictiva con que usan determinados vocablos.

2. La sobre extensión, lo que provoca que llamen con el mismo nombre a todos los objetos que se asemejen funcionalmente.

3. El uso de referentes prototípicos, formando el significado de las palabras con los ejemplos más característicos que se presentan dentro de una misma categoría.

       Hacia los 18 meses el niñ@ produce ya palabras completas con significado, palabras que adquieren el significado de palabra-frase, haciendo referencia al habla holofrásica. También puede llegar a emitir frases de dos palabras, con una sintaxis propia, dando lugar al denominado "estilo telegráfico". Según va utilizando la palabra o las dos palabras en contextos diferentes y va viendo aprobado su uso, el niñ@ va generalizando su significado, comenzando a formar conceptos, aunque debemos tener en cuenta que inicialmente las palabras tienen sólo un significado muy concreto, estando muy ligadas al contexto en el que se utilizan. La generalización se va a ir produciendo a partir del juego y de la interacción en diversos contextos.

       La riqueza del vocabulario del niñ@ comienza a aumentar considerablemente. A los veinte meses ya pasa de las 100 palabras, a los 24 meses llega a las 300 y a cerca de 1000 al llegar a los 3 años. De los 3 a los 5 años un notable desarrollo del vocabulario y de un gran número de partículas relacionantes, lo que le facilita la elaboración lógica de su discurso. El niñ@ aumenta su vocabulario a partir de la necesidad de nombrar la realidad que le rodea en los diferentes contextos en los que participa o a partir de la necesidad de expresar sus intenciones en dichos contextos. Estamos ante una fase de auténtica explosión lingüística, coincidiendo con una importante fase de maduración neurológica. Al mismo tiempo, el niñ@ cada vez comprende mejor el carácter instrumental del lenguaje.

       Dentro del desarrollo fonológico, Serón y Aguilar (1992), distinguen dos características básicas: el punto y el modo de articulación. El punto de articulación señala los órganos que intervienen y el punto de contacto. El modo de articulación hace referencia a la forma de entrar en contacto (de forma explosiva, vibrando, fricando, etc). Los sonidos que emite el niñ@ van desde los gritos con los que expresa sus necesidades primarias hasta las voces inarticuladas y articuladas.

       El desarrollo semántico o adquisición del significado representa un complejo entramado de estudio, debido a que el niñ@ adquiere las estructuras semánticas a partir de las sintácticas. Para el niñ@, el léxico y la semántica se dan unidos: se construye a partir de los nombres dados a objetos concretos y de su entorno, sin tener que guardar relación con los significados de los adultos, tal como señala Nelson (1988).

       Según Dore (1974), los aspectos funcionales son la base de la evolución del lenguaje, destacando la interacción constante entre forma y función. Serón y Aguilar (1992) destacan las siguientes funciones comunicativas básicas: 

Función reguladora del lenguaje: el hablante se comunica y expresa deseos a realizar alguna acción.

Función declarativa: mediante ella el hablante puede intercambiar la información.

Función interrogativa o heurística: el sujeto puede así investigar la realidad que le rodea, el conocimiento del mundo.

       En términos generales puede afirmarse que hacia los 4 años el lenguaje del niñ@ está bien establecido, si bien aún muestra desviaciones de la norma del lenguaje adulto.


Fuente:

CARRERA, G. (2013) Compendio cognitivo de Comunicación y Lenguaje. Quito - Ecuador

El autor del compendio en el cual me baso para hacer este trabajo es Mc. Profesor de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Central del Ecuador.

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